Promesas posibles
Se hay una cosa que nos frustra, molesta, y hasta deprime, son las promesas no
cumplidas.
Pueden ser las promesas de cualquier
persona. Aquel que dijo que estaría allá, y no estuvo, la promesa de boda, la
entrega en la fecha esperada, la satisfacción garantizada. Aquel individuo
prometedor que acostumbró a no cumplir con lo que
dijo.
Pueden ser nuestras promesas. Las
palabras no cumplidas a los hijos, al esposo (a), al jefe. Especialmente, cuando
no cumplimos las promesas que hacemos a nosotros mismos. “A partir de hoy, voy
rebajar de peso”. “Esta es la última vez que hago esto”. “Si, yo voy dejar este
vicio”. “Yo nunca más hago…”
¿Por
qué es que no siempre cumplimos?
Quizás, porque muchas de las
promesas que hacemos son promesas imposibles. Hablamos en rebajar, ganar
confianza, comenzar esto, parar aquel, dejar una tentación. Pero, como no son
bien reflejadas, con una base realista, llevando en cuenta siempre nuestra
fuerza y nuestra debilidad, son promesas impensadas. Y, por consecuencia,
imposibles.
Promesa mal pensada es promesa mal
hecha. Y promesa mal hecha, es concurrente a ser des cumplida. Sean las pequeñas
o las grandes. Sean las que generan vida y las que terminan en muerte. Aún que
no físicas, pero puede ser el final de un relacionamiento, de una amistad, de un
gran proyecto, de un recomienzo, de un sueño que tenía todo para ser bueno.
En
estos momentos, podemos recordar las palabras suaves, firmes y seguras de Dios:
para El, no hay imposibles en todas sus promesas. La palabra no es ‘algunas’, o
‘muchas’. Ni ‘casi todas’. Es completo: El solamente promete lo que cumple. Y la
más grande promesa: Cristo Jesús, se cumplió y nos certifica de que Sus promesas
son siempre posibles, presentes, permanentes y reales.
Y en
Su Palabra encontramos todas Sus promesas registradas, que encontramos
sustentación para hacer nuestras promesas. Realistas, pensadas, posibles. Y que
por esto tenemos más posibilidades de realizarlas. Solo que no siempre se
realizarán. Pero en estos momentos la promesa de perdón sigue cumpliéndose, para
darnos seguridad y nuevas fuerzas para vivir.
Promesa así, es imposible no traer
alegría al corazón.
Capellán de la
ULBRA, Pastor de la Congregación ‘San Pablo’
Canoas,
Brasil
Traducción:
Rev. Walter T.Ries
Jr.
Misionero Luterano en La Republica
Dominicana
Comentários