10 meros


10 metros. Esta distancia pudo salvar mi vida.

Yendo al trabajo, necesitaba, en dado momento, decidir en cual de dos calles doblar a la izquierda. Diez metros de distancia una de la otra. Últimamente acostumbraba ir por la segunda. Pero he resuelto entrar en la primera.

Bajé la velocidad, accione el señalero y, por esta en la faja principal, apenas seguí mi camino. No veía que, desde mi derecha, sin ni siquiera frenar, un camión, de estos con carreta, invadió la pista pasando quizás a menos de 2 metros de mi coche. Si tuviera escogido la segunda calle, en aquel exacto momento estar en su camino de choque.
Podría tener acontecido apenas daños materiales. Y podría no.

Es la clase de situación que nos hace recordar motivo para agradecer a Dios. Agradecer por la vida y por tener cada nuevo día como un regalo suyo.

“Hum… mas es fácil agradecido al librarse”, quizás alguien hablaría. Correcto. Pero, aun si el accidente tuviera ocurrido, habría motivos para agradecer. Sea por el daño apenas materia. O por daño físico no tan grave. O, aun todavía, por la razón de que, caso fuera llegada mi hora de partir, seria directo para los brazos del Padre.

E esto no porque se me antoja, sino porque El escogió venir en mi dirección. En dirección de todos los seres humanos. El hecho de Jesucristo tener escogido caminar la distancia que le separaba de la cruz nos garante Dios con nosotros en cualquier situación. Cuando la fe está presente, tenemos vida, sea aquí o en la eternidad.

Fe que no libra y nos da estas certezas: podemos vivir agradecidos, en cualquier situación. Y podemos escoger cualquier camino teniendo siempre la certeza de su orientación. Puede que no sea una calle, una esquina o camino. Pero puede ser un gesto, una acción, una prueba de amor. Tocar al freno de la lengua, prender el señalero cuando la calle es sinuosa y cambiar la dirección. Manejar por Camino Seguro. Agradecer por cada mero de suelo.

Escojas que pueden diminuir a milímetros muchas de las distancias entre las personas. Y engendrar mucho más que 10 metros de alegría y gratitud.



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Traducción:
Pastor André Luiz Muller
Canoas, RS, Brasil

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