Soledad
Existen diversas formas de soledad.
La soledad del aislamiento. Estar solo, lejos de la gente. Una decisión que a veces puede ser sano, o insano.
Existe la soledad que, aún cuando se está rodeado de personas, en casa, en el labor, en medio a la multitud de la calle, uno se siente solo.
A veces la soledad puede tener origen en el abandono. Ser olvidado, abandonado, dejado para tras. O entonces causar el abandono, por medio de comportamientos que dificulten el reracionamiento. Esto puede ser lo más doloroso, por el dolor o por la culpa y necesita de Fuerza para recomenzar.
Y la soledad puede también estar adentro de la mente, cuando ideas reinan solas y absolutas, sin posibilidad de cambio o comunión. No se cambia, no se acepta, no se intercambia modos de pensar, lo que lleva a una visión limitada y quizás al sentimiento de superioridad.
La soledad sin duda está muy presente en la vida del hombre moderno, y se manifiesta de diversas formas. Pero casi todas ellas no parecen ser la mejor alternativa. Pues estar junto, tener compañía, buscar afán y apoyo en las compañías siempre trae beneficios que estimulan un mucho al corazón. Es bueno compartir, convivir, oír, aceptar, cambiar. Crecer, aprender. Amar. Estar solo y recogido trae su dosis de provecho. Pero sin duda se alcanza mucho más de manos dadas.
De hecho, existen varias maneras de soledad. Y una de ellas puede estar en nuestra vida, en el presente. Pero solamente existe una forma de uno nunca estar solo.
Estar con Dios.
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