¿De acuerdo?
Dos amigas charlaban y una contaba a la otra como algunas personas, a veces, le hacían sentirse completamente desanimada, desvalorizada, sin ganas de seguir adelante.
"Cuando me dicen que no puedo, que saldrá bien, que no consigo acertar, me siento muy mal, con ganas de desistir".
La compañera entonces le aconsejó: "mira, cuando escuches algo malo a tu respeto… póngase de acuerdo".
La otra miró espantada: "¿Ponerse de acuerdo? ¿Cómo así?"
"Si, este de acuerdo. Admita que usted, de hecho, no tiene fuerza, puede fracasar y que no conseguirá hacer todo bien. Y entonces, muestre que tu sabes en Quién buscar todo aquello que, sola, no puedes tener, tampoco hacer: Dios".
Ella estaba correcta. No se puede negar que, solos, estamos en un falso camino. Casi perdiendo las fuerzas, o nos quedamos sin condiciones de mirar mas allá del problema. Y, si alguien decir que así no iremos lejos, no podemos negar que tiene razón.
Pero en estos momentos, en que escuchamos lo que no nos gustaría escuchar, en Dios encontramos las palabras ciertas para llenar nuestro corazón. En Él encontramos todo lo que solos jamás conseguiríamos alcanzar. Y de Él recibimos lo necesitamos para jamás desistir.
Direccionar los oídos para las palabras de Jesús tranquiliza el corazón. Da fuerza al alma. Y siempre reanima nuestra vida.
¿De acuerdo?
"Cuando me dicen que no puedo, que saldrá bien, que no consigo acertar, me siento muy mal, con ganas de desistir".
La compañera entonces le aconsejó: "mira, cuando escuches algo malo a tu respeto… póngase de acuerdo".
La otra miró espantada: "¿Ponerse de acuerdo? ¿Cómo así?"
"Si, este de acuerdo. Admita que usted, de hecho, no tiene fuerza, puede fracasar y que no conseguirá hacer todo bien. Y entonces, muestre que tu sabes en Quién buscar todo aquello que, sola, no puedes tener, tampoco hacer: Dios".
Ella estaba correcta. No se puede negar que, solos, estamos en un falso camino. Casi perdiendo las fuerzas, o nos quedamos sin condiciones de mirar mas allá del problema. Y, si alguien decir que así no iremos lejos, no podemos negar que tiene razón.
Pero en estos momentos, en que escuchamos lo que no nos gustaría escuchar, en Dios encontramos las palabras ciertas para llenar nuestro corazón. En Él encontramos todo lo que solos jamás conseguiríamos alcanzar. Y de Él recibimos lo necesitamos para jamás desistir.
Direccionar los oídos para las palabras de Jesús tranquiliza el corazón. Da fuerza al alma. Y siempre reanima nuestra vida.
¿De acuerdo?
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