Egoitis
Gastritis es en el estomago. Rinitis, en el nariz. Otitis, en el oído. Varios son los lugares, pero el significado es el mismo. Itis es sufijo griego que indica inflamación. Siempre que el médico diga alguna cosa que termine con el, es porque algo en nuestro cuerpo está hinchado.
Aun existe un peligro mayor que rodea nuestra vida. La Egoítis. En este caso, el problema está en otro lugar. E, infelizmente, es una región de la cuál, la persona infectada difícilmente saldrá. Por eso, necesita de ayuda externa.
El hinchazón del ego, no es una enfermedad nueva, pero en nuestros días ganó aun más combustible para su desarrollo. La búsqueda desesperada por exposición en los medios de comunicación, es uno de los principales síntomas. Pero no es él único. La disputa por un puesto en el empleo. La búsqueda por ser el centro en el grupo de amistad. Las rivalidades y competiciones. El ego se hincha, se sobrepone al dueño, e infecciona no apenas a si mismo, como también todo el ambiente con el que interacciona.
Y es contagioso. En efecto dominó.
Todos nosotros somos pasibles a la egoítis, mas día, menos día. Por muchos días o pocas horas. Pero también todos somos focos del tratamiento eficaz que Dios propone: dosis continuas y diarias de humildad y auto-crítica. Sin confundir con auto-discriminación, como no se puede confundir paracetamol con omeoprazol. Humildad, en nada se asemeja con el desecho, y si, con construirse a partir de la luz de la orientación divina que nos muestra que nadie tiene motivos para se hinchar de vanidad, pues un día todos volvemos al polvo de la tierra. Al paso que, por fe, todos somos lo mas perfecto de la creación en el mundo, por quién el propio Hijo de Dios dio su vida.
Egoítis, por lo tanto, se sana con ayuda externa, como una enfermedad del cuerpo. Necesitamos de alguien que nos lleve a reconocer que estamos enfermos, para que entonces recibamos el tratamiento eficaz y de larga duración. Tratamiento que, bien empleado, puede causar grandes beneficios a los usuarios y a sus relaciones.
En efecto dominó.
(Traducción:
Pastor André Muller - Canoas, RS)
Aun existe un peligro mayor que rodea nuestra vida. La Egoítis. En este caso, el problema está en otro lugar. E, infelizmente, es una región de la cuál, la persona infectada difícilmente saldrá. Por eso, necesita de ayuda externa.
El hinchazón del ego, no es una enfermedad nueva, pero en nuestros días ganó aun más combustible para su desarrollo. La búsqueda desesperada por exposición en los medios de comunicación, es uno de los principales síntomas. Pero no es él único. La disputa por un puesto en el empleo. La búsqueda por ser el centro en el grupo de amistad. Las rivalidades y competiciones. El ego se hincha, se sobrepone al dueño, e infecciona no apenas a si mismo, como también todo el ambiente con el que interacciona.
Y es contagioso. En efecto dominó.
Todos nosotros somos pasibles a la egoítis, mas día, menos día. Por muchos días o pocas horas. Pero también todos somos focos del tratamiento eficaz que Dios propone: dosis continuas y diarias de humildad y auto-crítica. Sin confundir con auto-discriminación, como no se puede confundir paracetamol con omeoprazol. Humildad, en nada se asemeja con el desecho, y si, con construirse a partir de la luz de la orientación divina que nos muestra que nadie tiene motivos para se hinchar de vanidad, pues un día todos volvemos al polvo de la tierra. Al paso que, por fe, todos somos lo mas perfecto de la creación en el mundo, por quién el propio Hijo de Dios dio su vida.
Egoítis, por lo tanto, se sana con ayuda externa, como una enfermedad del cuerpo. Necesitamos de alguien que nos lleve a reconocer que estamos enfermos, para que entonces recibamos el tratamiento eficaz y de larga duración. Tratamiento que, bien empleado, puede causar grandes beneficios a los usuarios y a sus relaciones.
En efecto dominó.
(Traducción:
Pastor André Muller - Canoas, RS)
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