en sus brazos
Un hombre había ido al mercado con su hija pequeña. Como tenían varias bolsas con comida para llevar a la casa, la niña le preguntó si podía cargar una. Después de buscar la más liviana, el padre le dijo: "¿Estás segura que quieres hacerlo? Mira que tenemos que caminar una buena distancia".
"Sí, papá", le contestó la niña, "yo soy muy fuerte", así que le dio la bolsa, y comenzaron a caminar. No pasó mucho tiempo antes de que comenzara a andar más despacio. De pronto lo miró al padre y le dijo: "Papá, ¿me podrías alzar? Me estoy cansando".
El padre levantó a la niña, quien todavía sostenía la bolsa, y continuó el camino a su casa. Cuando llegaron la bajó, y abrió la puerta. La niña lo miró con una gran sonrisa, y con mucho orgullo le dijo: "¡Te dije que iba a poder cargar la bolsa hasta casa!"
Después de superar un mal momento o una crisis, a menudo sonreímos y pensamos: "¡Lo logré!" Nuestro querido Padre celestial también sonríe, porque sabe quién nos dio la fuerza para salir adelante.
A veces nuestros problemas son una carga muy pesada de llevar. Cuando nuestra fuerza parece abandonarnos, a menudo le pedimos al Padre que nos lleve en sus brazos. Gracias a que Cristo cargó todos nuestros fardos, Dios siempre nos escucha y nos recibe en sus brazos.
Mensaje traducida e publicada por CPTLN
"Sí, papá", le contestó la niña, "yo soy muy fuerte", así que le dio la bolsa, y comenzaron a caminar. No pasó mucho tiempo antes de que comenzara a andar más despacio. De pronto lo miró al padre y le dijo: "Papá, ¿me podrías alzar? Me estoy cansando".
El padre levantó a la niña, quien todavía sostenía la bolsa, y continuó el camino a su casa. Cuando llegaron la bajó, y abrió la puerta. La niña lo miró con una gran sonrisa, y con mucho orgullo le dijo: "¡Te dije que iba a poder cargar la bolsa hasta casa!"
Después de superar un mal momento o una crisis, a menudo sonreímos y pensamos: "¡Lo logré!" Nuestro querido Padre celestial también sonríe, porque sabe quién nos dio la fuerza para salir adelante.
A veces nuestros problemas son una carga muy pesada de llevar. Cuando nuestra fuerza parece abandonarnos, a menudo le pedimos al Padre que nos lleve en sus brazos. Gracias a que Cristo cargó todos nuestros fardos, Dios siempre nos escucha y nos recibe en sus brazos.
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