Dejar


Bill Zohoski, uno de los pasajeros del vuelo 1549 de la US Airways, que aterrizó en el Río Hudson en Nueva York, en enero de 2009, relató que en los momentos que siguieron a la queda estaba en el hondo del avión y el agua comenzaba a llega en la altura del cuello. La temperatura ambiente era de 20º F, algo como -4º C. El necesitaba nadar para la parte delantera de la aeronave para vivir. Entonces, sacó su ropa, para poder avanzar e salir.
Ahora está salvo, así como las otras 154 personas que estaban a bordo.

La actitud de ese pasajero hace recordar que, en ciertos momentos decisivos, o dejamos algunas cosas para tras, o no mas conseguiremos seguir adelante. Sean estas cosas malas o aun no tan malas.

Quizás Zohoski vestia una ropa simples, pero talvez fuera un traje Armani. Quizás no tenia nada en los bolsillos, pero quizás, un polígrafo Mont Blanc. Y en el bagaje, ¿cuantas cosas importantes se perdieron? Solamente que, en la hora, nada era más importante que nadar para la vida.

Necesitamos escoger entre dejar para tras las cosas que nos impiden de progresar, o se agarrar a ellas y, quién sabe, quedarse por el camino.

La fe en Jesucristo nos mueve a desapegarnos de todo lo que puede no hacer congelar de miedo, angustia o egoísmo. O de lo que, mismo aparentemente bueno, ya no sirve más. Aun mismo que sea difícil, como probablemente habrá sido para Zohoski nadar en el agua congelante hasta ser rescatado y calentado. La seguridad dada por Jesús no da motivos para no desistir en medio a desastres o reveses, pero para continuar confiando que El tiene la vida en las manos. Y nos desprender de lo que fuera necesario para alcanzar lo que es importante.

Y, si él piloto del Airbus, Charles Sullenberger, fué, com justicia, alabado por salvar 155 vidas – incluso la suya -, imagine el loor que merece Jesucristo: por salvar todas las vidas, El dio la Suya.



Traducción:
Pastor André Luiz Muller
Canoas, RS, Brasil

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